Salvado de la demolición en el último momento, gracias a la intervención del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, el edificio de la fábrica Clesa, del arquitecto Alejandro de la Sota junto con el ingeniero Manuel Ramos, iniciaba una nueva vida. Después de esta intervención Metrovacesa, promotor de la demolición para la posterior construcción de un complejo residencial en la zona, convoca concurso de ideas para adecuar el edificio y los alrededores a unos nuevos usos.
Para este proyecto se propone que el edificio tenga un uso de centro comercial en la zona de la factoría y vivero de empresas en la zona de oficinas de la fábrica. A un lado se propone un parque público y al otro lado una plaza pública que albergue debajo un aparcamiento con conexión al centro comercial. Se remata el conjunto con la propuesta de un edificio destinado a uso hotelero que cierra el conjunto de la plaza.
Debido a la elevada altura de la zona de fábrica se propone unas entreplantas más ajustadas al uso de centro comercial, debidamente permeables para no perder la visión interior del conjunto. Se crean dos calles internas perpendiculares que se cruzan en el punto con mayor altura donde se albergan las comunicaciones verticales. Las citadas calles comunican los diferentes puntos de entrada del edificio.
